lunes, 13 de febrero de 2012

El Cronologista

Hola, hoy os dejo con uno de mis relatos favoritos.
Este relato ganó el premio a mejor relato de ciencia ficción en el FjE.

Sin más dilación os dejo con la história del que apunta las histórias.
Espero que sea de vuestro agrado.

El Cronologista

Se acerca, lo sé.
Lo sé porque los dedos de dos de mis manos llevan un buen rato rubricando de forma automática en dos cuadernos diferentes, el de mi raza y el del universo, el descenso de su esquife a través de la atmósfera.
En otro cuaderno mucho más pequeño, y con otra de mis múltiples y mecanizados apéndices, escribo que la raza de los Unitols ha alcanzado la velocidad factorial y es capaz de surcar el universo. Últimamente, quizás desde los últimos diez-mil períodos, muchas naciones se han alzado para navegar entre los astros.
Eso me llena de orgullo. Espero con ansia el día en que uno de esos hijos de las estrellas llegue a visitarme y me diga que le enseñe el cuaderno de su raza. Siempre he sido un soñador.

Finalmente la antiquísima nave del visitante, vestigio de los tiempos en que los nuestros aún existían, toma tierra en frente del Santuario.

Bajo la luz amarilla de la única estrella del sistema solar de Fanr, el robusto edificio dedicado a la “Obra del Tiempo” cobra matices dorados y el atardecer baña las nubes en delicados tonos de rojo y ocre.
Mi visitante podría haber bajado usando el tele-transportador desde la órbita pero siempre ha sentido gusto por lo teatral.
Justo después de descender la rampa, sin perder tiempo alguno, gira sobre sus talones rumbo a la gran puerta del recinto.
En un abrir y cerrar de ojos empuja las coloridas piedras basculantes de la entrada, consiguiendo la combinación de apertura,y avanza por el antiguo corredor mientras sus vestimentas de cuero y satín surcan el aire con la decisión de un gran depredador. Sus pasos retumban en la inmensidad de las estancias vacías cuyas puertas de preciadas maderas, antaño cubiertas de bellos grabados, yacen caídas en el suelo, enmohecidas y rotas por el paso inexorable de los siglos.
El semblante de mi visitante es severo y confiado, su resolución y su porte al caminar habrían sido envidiados por no pocos de los mejores modelos y bailarines de nuestra civilización.
La herida de guerra en su frente, la que yo mismo le hice en combate ritual, se ve roja al contraluz y va acorde con su piel, ahora dorada.
Incido en ese detalle porque ese es un color muy difícil de reproducir para nuestros cuerpos. Saber dominar la pigmentación hasta tal punto es digno de admiración incluso después de tantos miles de años.
Su estructura craneal, al igual que la mía y la de toda nuestra especie, recuerda al cuerpo de un calamar sin tentáculos ni aletas. Sus dos ojos, situados en la parte frontal del encéfalo y justo encima de la chafada nariz, brillan con un fulgor azul cobalto. El mismo color que el filo de la hoja acerada, cuya vaina cuelga del ajustado cinto color carmesí.
Alrededor de su cuello, una pequeña cadena soporta “La Talla del Poder”. Esa que mi visitante arrancó del pellejo mortecino de nuestro último gran sabio, al cual asesinó sin apenas parpadear por hacer cumplir una estúpida e inconcreta profecía.
Sé que en diez segundos lo tendré en frente mío. Sigo escribiendo como hice desde el primer día que me pusieron en esta silla para sustituir al antiguo Cronologista. Recuerdo con nostalgia el día en que me convertí en el escriba de los tiempos. Recuerdo el orgullo en los ojos de mis progenitores y mi ilusión al pensar en todo lo que me esperaba: Ver los hechos más relevantes del universo en primera persona.
Desde asistir al amanecer de nuevas estrellas y galaxias a observar la formación de una supernova o discernir el instante en que una raza alcanza la inteligencia... Sin embargo no me daba cuenta de que también sería el mudo testigo de toda atrocidad.

Mientras espero su aparición pongo un nuevo punto en el cuaderno principal, aquél que contiene la historia de nuestra raza, la mía y la de mi visitante también. Presiento que nada en esta parte del infinito universo es tan importante como lo que va a ocurrir aquí en un ápice y todo ello debe de ser narrado y apuntado con detalle.

Justo a tiempo, la puerta se desencaja con un crujido y abro mis ojos para asistir a su entrada en la sala. Pese a los miles de años que llevo atado al Pan-Visor, este momento sigue resultando extraño.
Pasar de la visión auténtica que me proporciona la máquina a mi imperfecta visión real es algo que produce verdadero dolor de cabeza en todos los sentidos.
  • Hace mucho que te espero, Fex. – digo con notable dificultad. De nuevo, incontables son los años sin pronunciar palabra con mi propia voz. – “Veinte años después del décimo-octavo cruce de las tres lunas de Khirdam los dos últimos hijos cortarán sus trayectorias.” Exin de Vítora, 2:16. – Hago una pausa para recuperar aire mientras pienso mi próxima frase - Estoy seguro de que sabías también ésta profecía.-
  • Liram, cuánto tiempo. – dice él con toda naturalidad mientras asiente con la cabeza y camina majestuosamente alrededor de la sala, palpando los enormes relieves de las paredes con su angulosa mano derecha. Sé que no se alegra de verme, pese a su sereno tono de voz hay algo en su postura que indica incomodidad.
  • Cambio de pigmentación momentáneamente mi piel, mostrando júbilo ante tal deducción y al oír que pronuncia mi nombre – Yo tampoco me alegro de verte. – concluyo.

    - ¿Cómo dices? – me responde rompiendo su máscara de tranquilidad, algo sobresaltado. Por primera vez me mira y en sus ojos veo una sombra de sospecha y de paranoia, reforzada ahora por un súbito cambio a oscuro en el color de la zona que rodea sus cuencas oculares. Detiene sus pasos. Probablemente piense que le he leído la mente.
La verdad, puedo estar en miles de lugares a la vez a través de las sondas del tamaño de un grano de arena regidas por la gran estructura a la que me encuentro conectado y que, a su vez, están repartidas por todo el universo conocido. El Pan-Visor me da muchísima información visual a cada segundo y a su vez que me permite controlar todos los brazos mecánicos de los que dispongo. Me alimenta y mantiene mi cuerpo y mi mente en buen estado. Pero no me permite leer el pensamiento, simplemente he visto esa clase de actitud en innumerables ocasiones.
  • ¿A qué debo tu visita, Fex? ¿No tuviste suficiente exterminando a toda nuestra raza y vienes a acabar la tarea? –
  • Necesito tu ayuda – dice él recuperando la compostura. Su voz es clara y digna de un gran orador. Mi represalia parece no hacerle efecto alguno.
  • El Cronologista no puede ayudarte, Fex, último de los Kool’ti. El Cronologista solo puede seguir escribiendo conectado a todo este amasijo llamado Pan-Visor, viejo enemigo –
  • Sin embargo necesito tu ayuda – dice en tono conciliador observando la mole de la cual soy el centro neurótico.
  • No tengo nada con lo que te pueda ayudar, portador del vacío. –
  • ¡No juegues conmigo Liram! –
  • ¿O que? – le espeto con tranquilidad, pero de forma concisa.
Las notas de nuestras voces retumban en la circular cámara del Pan-Visor hasta que todo vuelve a quedar en silencio.
Finalmente murmura una maldición mientras camina por en habitáculo, en frente de mí, y escruta mi rostro con la mirada. La silla de conexiones colgante a la que estoy sujeto no permite ver ninguna de las partes de mi cuerpo a parte de mi cara.
– Necesito una copia de las predicciones de Sern de Gisea sobre los evangelios Omega, la versión íntegra. Aun quedan profecías por cumplir, Liram. –
- No – respondo de nuevo con tranquilidad y algo de regodeo. Según la ley de nuestra raza sigo sosteniendo mayor estatus que él y puedo permitirme una respuesta tajante. De todas formas los evangelios Omega están vetados incluso para mí.
- Tu puesto está sujeto a la voluntad del pueblo. El último que queda soy yo. Debes darme lo que pido, tus juramentos te atan, lo sabes bien. – añade frunciendo el ceño en un gesto colérico y alza un puño en señal de poderío.
- Nuestro pueblo ya no existe. Tú les aniquilaste. No te debo mas que mi eterno rencor. –
  • No hay ninguna ley que me condene por hacer lo que hice, de todas formas mis delitos ya habrían prescrito – dice con un ademán despreocupado.
Esta vez soy yo el que pierde los nervios – Ni siquiera nuestros mayores filósofos contemplaron la aniquilación de nuestra propia especie por parte de uno de sus vástagos. No hay palabra para describir lo que hiciste en nuestra lengua ni en nuestra sociedad. Sin embargo una especie inferior que vive en el sistema Sicarius y que se auto-denominan Humanos sí tienen una palabra. Ellos lo llaman genocidio y exterminio. Según sus leyes es el único delito que no puede prescribir. – añado como reproche.
- No puedes culparme basándote en las leyes de otra raza Liram. Además la profecía decía claramente...–
- Las profecías se pueden interpretar de muchas formas. Lo bueno de las profecías es que solo se pueden deducir después de que hayan pasado las fechas predichas ¿en veinte-mil años aun no lo has entendido, Fex? ¿Tan cegado estás por tu propio ego que no ves la magnitud de lo que hiciste?
- ¡Yo sólo fui un instrumento del destino! –
- No te contentaste con asesinar al gran sabio y destruir el consejo de ancianos. ¡Abriste un agujero negro encima de todas y cada una de nuestras colonias! -
- ¡Era lo que decía la profecía que pasaría! –
- ¡Era lo que tú interpretaste que pasaría, bastardo. No habría pasado si no lo hubieras hecho! –
- No puedes hablarme en ese tono, Cronologista. Tu cargo te lo impide. – me reprende.
Tengo que callarme. Me estoy dejando influir por el rencor y puedo caer en la imparcialidad.
- De todos modos no he venido a discutir contigo. – dice Fex al cabo de unos instantes no sin algo de placer en su voz.
- No voy a darte esa copia, olvídalo. – respondo tajante.
- Entonces dime, viejo enemigo, ¿cuál va a ser la próxima raza en dominar las estrellas? Y ya que estamos, ¿cuál es su cuadrante? Es lo que pretendía descubrir en los epígrafes de los evangelios. Si no me das una copia dame al menos eso. –
- Yo solo puedo narrar lo que veo, Fex, hijo de Reonar. No veo ni puedo discernir el futuro. No hay un destino. No hay una profecía certera en esos evangelios. No existe un hilo director del hacer del cosmos. No existe un ente superior que firme edictos en las herrumbres del destino, porque no existe tal destino profético. No encontrarás respuestas en los evangelios Omega a tus preguntas y tampoco las encontrarás en mí. –

Ambos nos quedamos callados de nuevo. Yo me quedo expectante mientras el último de los Kool’ti, Fex, piensa con detenimiento algo hasta que parece llegar a una conclusión.
- Te equivocas y te contradices, Cronologista. – me dice cambiando toda su piel a un color de rojo-oscuro. Su expresión facial indica que está completamente fuera de sí.
Guardo silencio mientras, con los ojos del Pan-Visor, releo la conversación en el cuaderno – No... No veo contradicción lógica alguna – digo con una mezcla de inquietud y terror. No puedo leerle la mente pero, de nuevo, yo ya he visto en otras muchas ocasiones esa clase de expresión. Es la clase de mirada que había puesto un humano célebre llamado Nerón antes de hacer arder su ciudad, centro de su imperio, porque no se sentía querido por su pueblo. La misma expresión que el emperador supremo de los pueblos Vintarin de la nebulosa Cygrikaa cuando ordenó sacrificar a todos los retoños de menos de cinco ciclos como ofrenda de sangre en el casorio de su hijo.
Trago saliva.
- Yo soy el dios. – dice Fex - El controlador del destino. Puedo decidir sobre todo y soy inmortal. ¡Si hay fuerza suprema esa debo de ser yo! “Cuando solo uno quede para recibir el secreto, éste se revelará por boca del oráculo.” Exin de Vítora, 5:71. – añade. Decididamente ha perdido todo rastro de razón. – ¡Entrégame el tomo y dime cuáles son los sucesores para que me puedan adorar como el dios que soy! –
- No haré tal cosa –
- ¿Me obligarás a...? –
- ¿A mostrar tu verdadero poder de dios? ¡HA! – digo ahora oscureciendo mi color de piel hasta adquirir un profundo verde bosque - La cicatríz de tu frente es testigo de que no eres invencible. Si te hubiera matado en esa ocasión todo esto no habría pasado. -
- Entonces tú tampoco serías el Cronologista ¿o acaso no recuerdas los favores que hizo mi familia en compensación? Además es natural que me perdonaras la vida, siempre has sido débil, no como yo. Un elegido, un ente superior que firma el destino. –
Decido callarme de nuevo.
- Aquí tienes mi primer edicto: - me señala acusadoramente con el dedo - ¡Si no me dices lo que quiero saber te juro que barreré este lugar de la faz de universo! –
Yo habría jurado que ningún ser en su sano juicio podría siquiera pensar en eliminar el sagrado recinto del Pan-Visor pero precisamente ese es el problema. Fex ha perdido completamente el juicio. Es ahora capaz de hacerlo. Durante todo este tiempo su obsesión por las profecías le ha hecho enloquecer, su ego le ha consumido y su cordura ha dejado paso a la obsesión.
Sólo hay una solución posible si quiero salvar el archivo... y me hallo en una encrucijada de juramentos. ¿Protejer el archivo hasta el día en que la máquina no pueda darme ya sisustento, o bien mantener mi imparcialidad sobre los hechos que ocurran en el universo? Debo transgrediría una de estas leyes.
Me decido rápidamente: debo romper el juramento del Cronologista y decirle lo que quiere oír aunque esto suponga vender mi alma al vacío.
Romperé los lazos de honor por primera vez en mi vida. Estoy a punto de cometer una atrocidad... Pero el archivo debe prevalecer y para ello debo tomar partido en el devenir.
- Se que no barreras este lugar, porque el cronista te dará lo que requieres, elegido. –
- ¡Me engañas! ¿A que viene ese cambio de actitud?– me recrimina.
- No, Fex. El Cronologista no miente, lo tiene prohibido por su juramento, lo sabes bien. El libro del Cronologista, que sólo puede consultar el que ocupa mi cargo, tiene un edicto: “Aparecerá aquél que desesperado por el conocimiento amenace el templo y no será nunca mas un ser mundano, sino un iluminado. A él rendirás pleitesía y darás lo que busca.” Según este texto debo darte lo que pides – digo en el tono mas humilde que me puedo permitir... Sin embargo él no hace caso a mis ultimas palabras, ya está absorto en sus propias profecías. –
  • La profecía oculta... – murmura ensimismado – ...ahora todo encaja. “El sabio accederá al deseo y así el rey se hará caminante, y en el reproche hallará las respuestas para encontrar su ascensión mas allá de las marcas de las crines, para llenar el podio de la grandeza, para hallar la morada del cielo.” de nuevo Exin de Vítora. Todo está en su sitio.
¡Los humanos! Antes me has reprochado mis actos usando las palabras que sólo tienen esos seres. Sicarius es la estrella que luce en la espalda de la constelación del caballo salvaje junto a Rexe y Tajora. ¡Esas son las marcas de las crines! No hay duda, esos son los próximos elegidos. Y el rey se hará caminante. Me tengo que dirigir ahí para completar mi ascenso como rey del cosmos… -

Sus elucubraciones se hacen un murmullo y finalmente se pierden en un ruido de fondo a medida que se aleja de la sala de audiencias en la que me encuentro.
Una vez fuera del recinto, Fex parte hacia lo que cree ser su destino sin demorarse y olvidándose totalmente de su promesa de destruir el sagrado recinto en el que me encuentro.
Al cabo de unos micrones, recibo un extraño mensaje que me deja intranquilo. Los epígrafes de los evangelios Omega ya son accesibles ahora para mí.
Con curiosidad consulto las nuevas páginas para ampliar mi conocimiento y mi sorpresa es mayúscula al encontrar casi totalmente transcrita a modo de enigmas la conversación que acabo de tener.
Los últimos versículos narran algo que me impacta en sobremanera y sobre lo que reflexionaré una buena temporada, pues parece que el mensaje va dirigido a mí:
“ El último de los Kool’ti, llamado equivocadamente por el historiador, seguirá las huellas del tiempo hasta tierra cuando el profeta cuente 2012 vueltas al Sol. Bien-hallado por los grandes señores de los monos estos le cubrirán de honores en el día y, en la noche, le harán trascender, iniciando así la predicción de los hijos de las calizas de una nueva era. Entonces sí solo quedará un inmortal. El que transcribe el tiempo. Tú.”

1 comentario:

  1. eres alucinante hoth.... como siempre, tus escritos son espectaculares. sigue así y no dejes de escribir

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