miércoles, 29 de febrero de 2012

Luz, Calor, Quebrar, Resurgir (2)

Aquí viene la segunda intentona de Luz, Calor, quebrar, resurgir.
vereis que las estrofas riman A,B,B,A, es otro intento de hacer algun tipo de poema del que no he hecho nunca. Disculpad la poca disciplina presentada (¿hay alguien ahí?); éstas dos últimas semanas he tenido mucho trabajo y un gripazo de agarrate que te espero.
Intento dotar a cada vida de la planta de un nuevo carácter...
No os entretengo más.

Luz, Calor, Quebrar, Resurgir


Segunda vida


Un fulgor familiar en el llano,
Las arenas fluyen como un vendaval,
El sol ya no me ilumina,
¿tanto tardas en llegar?.

En vez de cubrirme me desnudo.
Me acaricias con tus rojas zarpas,
Y no pienso en irme,
Sino en proceder.

Siento el fuego, ya está dentro.
Mi anunciado fin la tierra será.
Alimentado por las ascuas...
¿nos volveremos a ver?

Efímero fue mi reinado en el llano,
Dejé mi florecer en un pedestal,
Doy paso a nueva vida,
Pero se que volveré a quemar.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Luz, Calor, Quebrar, Resurgir


Hola, después del m
ega-gripazo vuelvo con otro poema.
Ésta vez el prime
ro de una série de experimentos poéticos con la idea de 4 elementos centrales, sí, los mísmos del título. Dejamos el mundo de los puke-rainbows para adentrarnos en un género llano que intenta narrar una mini-história de una vida (en este caso la de una planta) alrededor de esos elementos antes citados.
La idea surgió al haber leído un libro titulado: "El Jugador", de Iain M. Banks en la que un jugador de juegos de mesa profesional (en un futuro en que la humanidad se ha expandido entre las estrellas y ha conocido otras razas alienígenas) asqueado por lo monótono de si existencia es reclutado por el estado para ir a una misión "diplomática".
No haré más hincapié para no lanzar Spoilers.
Y diréis... Es que ultimamente sólo cuelgas poemas, ¡pastelón!
Y responderé... Bueno, es que son cortos y no voy muy bien de tiempo.


Luz, Calor, Quebrar, Resurgir
Primera vida

Un páramo lleno de cenizas,
negro el cielo,
y sin embargo... esa
luz.

Cicatrizadas están mis heridas,
pero lo siento,
llega de lejos... el
calor.

Dejaré de nuevo las alturas,
sin un llanto,
no oirán nunca... mi
quebrar.

Seré el alimento de las ascuas,
quedaré callado,
y voy a limitarme... a
resurgir.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Aburrimiento y miradas


Hoy es miercoles, si, voy con retraso, pero os traigo el poema de ayer.
Para ésta vez y en conmemoració0n al día internacional de bomitar arcoiris (léase San valentín) os dejo con un corto ensayo escrito en una clase aburridísima en que el profesor se limitó a ponernos un video sobre unos tipos borrachos quese dedicaban a escribir profesionalmente, es decir, eran escritores.

Sí, de nuevo dedicada a una chica y sí, de nuevo ha llovido mucho.


Aburrimiento y miradas

Les escucho,
están allí, en la pantalla,
hablan y hablan,
todo me parece extraño.

Yo dibujo
ahora rimo poesía
siguen la charla
esto no hay quien lo aguante.
Les ignoro,
No estoy por ellos ahora,
no me importa,
sólo ella está presente.
Y la veo,
vuelvo la cabeza aposta,
mírame, hola,
quiero saber como tú estás
Si, me mira,
sus profundos ojos me atan,
y me sonríe,
compartimos un juego breve.
Se acaba
cuando desvías la mirada.
Todo se gastó
como la voz de este verso.
Les escucho,
están allí, en la pantalla,
hablan y hablan,
todo me parece extraño.
Que acabe
y que no termine nunca.
Adiós video,
hola, quiero jugar de nuevo.


lunes, 13 de febrero de 2012

El Cronologista

Hola, hoy os dejo con uno de mis relatos favoritos.
Este relato ganó el premio a mejor relato de ciencia ficción en el FjE.

Sin más dilación os dejo con la história del que apunta las histórias.
Espero que sea de vuestro agrado.

El Cronologista

Se acerca, lo sé.
Lo sé porque los dedos de dos de mis manos llevan un buen rato rubricando de forma automática en dos cuadernos diferentes, el de mi raza y el del universo, el descenso de su esquife a través de la atmósfera.
En otro cuaderno mucho más pequeño, y con otra de mis múltiples y mecanizados apéndices, escribo que la raza de los Unitols ha alcanzado la velocidad factorial y es capaz de surcar el universo. Últimamente, quizás desde los últimos diez-mil períodos, muchas naciones se han alzado para navegar entre los astros.
Eso me llena de orgullo. Espero con ansia el día en que uno de esos hijos de las estrellas llegue a visitarme y me diga que le enseñe el cuaderno de su raza. Siempre he sido un soñador.

Finalmente la antiquísima nave del visitante, vestigio de los tiempos en que los nuestros aún existían, toma tierra en frente del Santuario.

Bajo la luz amarilla de la única estrella del sistema solar de Fanr, el robusto edificio dedicado a la “Obra del Tiempo” cobra matices dorados y el atardecer baña las nubes en delicados tonos de rojo y ocre.
Mi visitante podría haber bajado usando el tele-transportador desde la órbita pero siempre ha sentido gusto por lo teatral.
Justo después de descender la rampa, sin perder tiempo alguno, gira sobre sus talones rumbo a la gran puerta del recinto.
En un abrir y cerrar de ojos empuja las coloridas piedras basculantes de la entrada, consiguiendo la combinación de apertura,y avanza por el antiguo corredor mientras sus vestimentas de cuero y satín surcan el aire con la decisión de un gran depredador. Sus pasos retumban en la inmensidad de las estancias vacías cuyas puertas de preciadas maderas, antaño cubiertas de bellos grabados, yacen caídas en el suelo, enmohecidas y rotas por el paso inexorable de los siglos.
El semblante de mi visitante es severo y confiado, su resolución y su porte al caminar habrían sido envidiados por no pocos de los mejores modelos y bailarines de nuestra civilización.
La herida de guerra en su frente, la que yo mismo le hice en combate ritual, se ve roja al contraluz y va acorde con su piel, ahora dorada.
Incido en ese detalle porque ese es un color muy difícil de reproducir para nuestros cuerpos. Saber dominar la pigmentación hasta tal punto es digno de admiración incluso después de tantos miles de años.
Su estructura craneal, al igual que la mía y la de toda nuestra especie, recuerda al cuerpo de un calamar sin tentáculos ni aletas. Sus dos ojos, situados en la parte frontal del encéfalo y justo encima de la chafada nariz, brillan con un fulgor azul cobalto. El mismo color que el filo de la hoja acerada, cuya vaina cuelga del ajustado cinto color carmesí.
Alrededor de su cuello, una pequeña cadena soporta “La Talla del Poder”. Esa que mi visitante arrancó del pellejo mortecino de nuestro último gran sabio, al cual asesinó sin apenas parpadear por hacer cumplir una estúpida e inconcreta profecía.
Sé que en diez segundos lo tendré en frente mío. Sigo escribiendo como hice desde el primer día que me pusieron en esta silla para sustituir al antiguo Cronologista. Recuerdo con nostalgia el día en que me convertí en el escriba de los tiempos. Recuerdo el orgullo en los ojos de mis progenitores y mi ilusión al pensar en todo lo que me esperaba: Ver los hechos más relevantes del universo en primera persona.
Desde asistir al amanecer de nuevas estrellas y galaxias a observar la formación de una supernova o discernir el instante en que una raza alcanza la inteligencia... Sin embargo no me daba cuenta de que también sería el mudo testigo de toda atrocidad.

Mientras espero su aparición pongo un nuevo punto en el cuaderno principal, aquél que contiene la historia de nuestra raza, la mía y la de mi visitante también. Presiento que nada en esta parte del infinito universo es tan importante como lo que va a ocurrir aquí en un ápice y todo ello debe de ser narrado y apuntado con detalle.

Justo a tiempo, la puerta se desencaja con un crujido y abro mis ojos para asistir a su entrada en la sala. Pese a los miles de años que llevo atado al Pan-Visor, este momento sigue resultando extraño.
Pasar de la visión auténtica que me proporciona la máquina a mi imperfecta visión real es algo que produce verdadero dolor de cabeza en todos los sentidos.
  • Hace mucho que te espero, Fex. – digo con notable dificultad. De nuevo, incontables son los años sin pronunciar palabra con mi propia voz. – “Veinte años después del décimo-octavo cruce de las tres lunas de Khirdam los dos últimos hijos cortarán sus trayectorias.” Exin de Vítora, 2:16. – Hago una pausa para recuperar aire mientras pienso mi próxima frase - Estoy seguro de que sabías también ésta profecía.-
  • Liram, cuánto tiempo. – dice él con toda naturalidad mientras asiente con la cabeza y camina majestuosamente alrededor de la sala, palpando los enormes relieves de las paredes con su angulosa mano derecha. Sé que no se alegra de verme, pese a su sereno tono de voz hay algo en su postura que indica incomodidad.
  • Cambio de pigmentación momentáneamente mi piel, mostrando júbilo ante tal deducción y al oír que pronuncia mi nombre – Yo tampoco me alegro de verte. – concluyo.

    - ¿Cómo dices? – me responde rompiendo su máscara de tranquilidad, algo sobresaltado. Por primera vez me mira y en sus ojos veo una sombra de sospecha y de paranoia, reforzada ahora por un súbito cambio a oscuro en el color de la zona que rodea sus cuencas oculares. Detiene sus pasos. Probablemente piense que le he leído la mente.
La verdad, puedo estar en miles de lugares a la vez a través de las sondas del tamaño de un grano de arena regidas por la gran estructura a la que me encuentro conectado y que, a su vez, están repartidas por todo el universo conocido. El Pan-Visor me da muchísima información visual a cada segundo y a su vez que me permite controlar todos los brazos mecánicos de los que dispongo. Me alimenta y mantiene mi cuerpo y mi mente en buen estado. Pero no me permite leer el pensamiento, simplemente he visto esa clase de actitud en innumerables ocasiones.
  • ¿A qué debo tu visita, Fex? ¿No tuviste suficiente exterminando a toda nuestra raza y vienes a acabar la tarea? –
  • Necesito tu ayuda – dice él recuperando la compostura. Su voz es clara y digna de un gran orador. Mi represalia parece no hacerle efecto alguno.
  • El Cronologista no puede ayudarte, Fex, último de los Kool’ti. El Cronologista solo puede seguir escribiendo conectado a todo este amasijo llamado Pan-Visor, viejo enemigo –
  • Sin embargo necesito tu ayuda – dice en tono conciliador observando la mole de la cual soy el centro neurótico.
  • No tengo nada con lo que te pueda ayudar, portador del vacío. –
  • ¡No juegues conmigo Liram! –
  • ¿O que? – le espeto con tranquilidad, pero de forma concisa.
Las notas de nuestras voces retumban en la circular cámara del Pan-Visor hasta que todo vuelve a quedar en silencio.
Finalmente murmura una maldición mientras camina por en habitáculo, en frente de mí, y escruta mi rostro con la mirada. La silla de conexiones colgante a la que estoy sujeto no permite ver ninguna de las partes de mi cuerpo a parte de mi cara.
– Necesito una copia de las predicciones de Sern de Gisea sobre los evangelios Omega, la versión íntegra. Aun quedan profecías por cumplir, Liram. –
- No – respondo de nuevo con tranquilidad y algo de regodeo. Según la ley de nuestra raza sigo sosteniendo mayor estatus que él y puedo permitirme una respuesta tajante. De todas formas los evangelios Omega están vetados incluso para mí.
- Tu puesto está sujeto a la voluntad del pueblo. El último que queda soy yo. Debes darme lo que pido, tus juramentos te atan, lo sabes bien. – añade frunciendo el ceño en un gesto colérico y alza un puño en señal de poderío.
- Nuestro pueblo ya no existe. Tú les aniquilaste. No te debo mas que mi eterno rencor. –
  • No hay ninguna ley que me condene por hacer lo que hice, de todas formas mis delitos ya habrían prescrito – dice con un ademán despreocupado.
Esta vez soy yo el que pierde los nervios – Ni siquiera nuestros mayores filósofos contemplaron la aniquilación de nuestra propia especie por parte de uno de sus vástagos. No hay palabra para describir lo que hiciste en nuestra lengua ni en nuestra sociedad. Sin embargo una especie inferior que vive en el sistema Sicarius y que se auto-denominan Humanos sí tienen una palabra. Ellos lo llaman genocidio y exterminio. Según sus leyes es el único delito que no puede prescribir. – añado como reproche.
- No puedes culparme basándote en las leyes de otra raza Liram. Además la profecía decía claramente...–
- Las profecías se pueden interpretar de muchas formas. Lo bueno de las profecías es que solo se pueden deducir después de que hayan pasado las fechas predichas ¿en veinte-mil años aun no lo has entendido, Fex? ¿Tan cegado estás por tu propio ego que no ves la magnitud de lo que hiciste?
- ¡Yo sólo fui un instrumento del destino! –
- No te contentaste con asesinar al gran sabio y destruir el consejo de ancianos. ¡Abriste un agujero negro encima de todas y cada una de nuestras colonias! -
- ¡Era lo que decía la profecía que pasaría! –
- ¡Era lo que tú interpretaste que pasaría, bastardo. No habría pasado si no lo hubieras hecho! –
- No puedes hablarme en ese tono, Cronologista. Tu cargo te lo impide. – me reprende.
Tengo que callarme. Me estoy dejando influir por el rencor y puedo caer en la imparcialidad.
- De todos modos no he venido a discutir contigo. – dice Fex al cabo de unos instantes no sin algo de placer en su voz.
- No voy a darte esa copia, olvídalo. – respondo tajante.
- Entonces dime, viejo enemigo, ¿cuál va a ser la próxima raza en dominar las estrellas? Y ya que estamos, ¿cuál es su cuadrante? Es lo que pretendía descubrir en los epígrafes de los evangelios. Si no me das una copia dame al menos eso. –
- Yo solo puedo narrar lo que veo, Fex, hijo de Reonar. No veo ni puedo discernir el futuro. No hay un destino. No hay una profecía certera en esos evangelios. No existe un hilo director del hacer del cosmos. No existe un ente superior que firme edictos en las herrumbres del destino, porque no existe tal destino profético. No encontrarás respuestas en los evangelios Omega a tus preguntas y tampoco las encontrarás en mí. –

Ambos nos quedamos callados de nuevo. Yo me quedo expectante mientras el último de los Kool’ti, Fex, piensa con detenimiento algo hasta que parece llegar a una conclusión.
- Te equivocas y te contradices, Cronologista. – me dice cambiando toda su piel a un color de rojo-oscuro. Su expresión facial indica que está completamente fuera de sí.
Guardo silencio mientras, con los ojos del Pan-Visor, releo la conversación en el cuaderno – No... No veo contradicción lógica alguna – digo con una mezcla de inquietud y terror. No puedo leerle la mente pero, de nuevo, yo ya he visto en otras muchas ocasiones esa clase de expresión. Es la clase de mirada que había puesto un humano célebre llamado Nerón antes de hacer arder su ciudad, centro de su imperio, porque no se sentía querido por su pueblo. La misma expresión que el emperador supremo de los pueblos Vintarin de la nebulosa Cygrikaa cuando ordenó sacrificar a todos los retoños de menos de cinco ciclos como ofrenda de sangre en el casorio de su hijo.
Trago saliva.
- Yo soy el dios. – dice Fex - El controlador del destino. Puedo decidir sobre todo y soy inmortal. ¡Si hay fuerza suprema esa debo de ser yo! “Cuando solo uno quede para recibir el secreto, éste se revelará por boca del oráculo.” Exin de Vítora, 5:71. – añade. Decididamente ha perdido todo rastro de razón. – ¡Entrégame el tomo y dime cuáles son los sucesores para que me puedan adorar como el dios que soy! –
- No haré tal cosa –
- ¿Me obligarás a...? –
- ¿A mostrar tu verdadero poder de dios? ¡HA! – digo ahora oscureciendo mi color de piel hasta adquirir un profundo verde bosque - La cicatríz de tu frente es testigo de que no eres invencible. Si te hubiera matado en esa ocasión todo esto no habría pasado. -
- Entonces tú tampoco serías el Cronologista ¿o acaso no recuerdas los favores que hizo mi familia en compensación? Además es natural que me perdonaras la vida, siempre has sido débil, no como yo. Un elegido, un ente superior que firma el destino. –
Decido callarme de nuevo.
- Aquí tienes mi primer edicto: - me señala acusadoramente con el dedo - ¡Si no me dices lo que quiero saber te juro que barreré este lugar de la faz de universo! –
Yo habría jurado que ningún ser en su sano juicio podría siquiera pensar en eliminar el sagrado recinto del Pan-Visor pero precisamente ese es el problema. Fex ha perdido completamente el juicio. Es ahora capaz de hacerlo. Durante todo este tiempo su obsesión por las profecías le ha hecho enloquecer, su ego le ha consumido y su cordura ha dejado paso a la obsesión.
Sólo hay una solución posible si quiero salvar el archivo... y me hallo en una encrucijada de juramentos. ¿Protejer el archivo hasta el día en que la máquina no pueda darme ya sisustento, o bien mantener mi imparcialidad sobre los hechos que ocurran en el universo? Debo transgrediría una de estas leyes.
Me decido rápidamente: debo romper el juramento del Cronologista y decirle lo que quiere oír aunque esto suponga vender mi alma al vacío.
Romperé los lazos de honor por primera vez en mi vida. Estoy a punto de cometer una atrocidad... Pero el archivo debe prevalecer y para ello debo tomar partido en el devenir.
- Se que no barreras este lugar, porque el cronista te dará lo que requieres, elegido. –
- ¡Me engañas! ¿A que viene ese cambio de actitud?– me recrimina.
- No, Fex. El Cronologista no miente, lo tiene prohibido por su juramento, lo sabes bien. El libro del Cronologista, que sólo puede consultar el que ocupa mi cargo, tiene un edicto: “Aparecerá aquél que desesperado por el conocimiento amenace el templo y no será nunca mas un ser mundano, sino un iluminado. A él rendirás pleitesía y darás lo que busca.” Según este texto debo darte lo que pides – digo en el tono mas humilde que me puedo permitir... Sin embargo él no hace caso a mis ultimas palabras, ya está absorto en sus propias profecías. –
  • La profecía oculta... – murmura ensimismado – ...ahora todo encaja. “El sabio accederá al deseo y así el rey se hará caminante, y en el reproche hallará las respuestas para encontrar su ascensión mas allá de las marcas de las crines, para llenar el podio de la grandeza, para hallar la morada del cielo.” de nuevo Exin de Vítora. Todo está en su sitio.
¡Los humanos! Antes me has reprochado mis actos usando las palabras que sólo tienen esos seres. Sicarius es la estrella que luce en la espalda de la constelación del caballo salvaje junto a Rexe y Tajora. ¡Esas son las marcas de las crines! No hay duda, esos son los próximos elegidos. Y el rey se hará caminante. Me tengo que dirigir ahí para completar mi ascenso como rey del cosmos… -

Sus elucubraciones se hacen un murmullo y finalmente se pierden en un ruido de fondo a medida que se aleja de la sala de audiencias en la que me encuentro.
Una vez fuera del recinto, Fex parte hacia lo que cree ser su destino sin demorarse y olvidándose totalmente de su promesa de destruir el sagrado recinto en el que me encuentro.
Al cabo de unos micrones, recibo un extraño mensaje que me deja intranquilo. Los epígrafes de los evangelios Omega ya son accesibles ahora para mí.
Con curiosidad consulto las nuevas páginas para ampliar mi conocimiento y mi sorpresa es mayúscula al encontrar casi totalmente transcrita a modo de enigmas la conversación que acabo de tener.
Los últimos versículos narran algo que me impacta en sobremanera y sobre lo que reflexionaré una buena temporada, pues parece que el mensaje va dirigido a mí:
“ El último de los Kool’ti, llamado equivocadamente por el historiador, seguirá las huellas del tiempo hasta tierra cuando el profeta cuente 2012 vueltas al Sol. Bien-hallado por los grandes señores de los monos estos le cubrirán de honores en el día y, en la noche, le harán trascender, iniciando así la predicción de los hijos de las calizas de una nueva era. Entonces sí solo quedará un inmortal. El que transcribe el tiempo. Tú.”

jueves, 9 de febrero de 2012

Cerca de la Periferia


Cerca de la periferia fue mi primer intento de escribir.

Narra la história de diferentes personas en el universo de Battletech (que este año cumple 25 años de história, que se dice rápido) en el contexto histórico del año 3047 en que la humanidad se ha expandido a través de las estrellas y domina miles de mundos.
Estamos en un futuro oscuro y feudalizado dónde cinco casas nobles enfrentadas a muerte se reparten todo el pastel.
Entre todo este lio aparecen las naves de salto inter-planetario y el arma de guerra más mortifera de todos los tiempos: El Battlemech.
El relato está sin acabar pero internaré que cada jueves ir subiendo un capitulillo revisado. Hoy, revisando mi escrito me doy cuenta de muchos errores de narración que he intentado corregir (me temo que con poco éxito) al releeerlo.

Como he dicho se trata de un primer intento sobre un mundo completamente desconocido para la mayoría.
No duidéis en comentar cualquier crítica constructiva si os apetece.

Sin mas dilación os dejo con el capítulo 1, ambientado en el cálido mundo de Hot Springs y en el personaje de un mecánico foragido llamado Jary con un pasado complicado que ha caído en la decadente espiral de las mafias clandestinas.


17 julio del 3048, Coeph, Hot Springs, Mancomunidad Federada.
Nathaniel. Esa palabra había retumbado en su mente esos últimos días. La había oído por primera vez de boca de un comerciante Lirano al referirse a un joven señor de Derf.
Jary no paraba de preguntarse porqué le turbaba tanto la mente una simple palabra tonta cómo esa, la cuál no tenía ninguna clase de significado para él y aun así estaba seguro de haberla oído alguna otra vez, pero no podía recordar dónde ni cuando.
Nathaniel. Quizás tuviera un timbre especial o quizás fuera porque empezaba por la misma letra que el nombre de su madre, Natasha, pero no podía apartarla de su cabeza.
Subió la escalera del parque con dilación y con una idea concreta: ver a la señorita Velaria, hacer la entrega de los componentes que llevaba en su mochila y volver por el mismo sitio por donde había venido sin perder un instante.

La siguiente calle hacía una ligera curvatura y seguía, como era de esperar, subiendo hasta la cima de la colina.
Iba vestido de paisano; ropas de un color tostado, frescas y que cubrían del sol del mediodía. Llevaba una pesada mochila que hacía que su espalda se quejase a cada paso los bamboleantes callejones de Coeph, una de las tres ciudades satélite de Nueva Vera-Cruz.
Hot Springs, como planeta, era básicamente un páramo ventoso y arenoso. Con ese clima no era difícil imaginarse porqué todo el rebozado de calcáreo de las casas estaba por doquier resquebrajado y de ese color a limo marrón claro. Con la primera tormenta de arena cualquier clase de pintura era arrancada por el constante repiqueteo de miles y miles de granitos de arena.
Perdido en sus pensamientos, la mayoría ocupados en esa muchacha de pelo negro y piel oscura que había conocido hacía un par de noches, finalmente llegó a su destino: El altiplano que albergaba la zona industrial.
La puerta del hangar ante el que se detuvo parecía haber tenido en otro tiempo el numero 72 pintado en rojo sobre el metal candente de la puerta a las doce del mediodía. Ésta última tenía unos seis metros y medio de altura pero su grosor no era nada del otro mundo.
Cierto era que resultaba una puerta grande para un simple almacén pero no era la más grande que había visto en su vida e intuía lo que se trapicheaba en su interior.
Lánguidamente localizó el timbre y lo apretó, dando lugar a un corto y desagradable bocinazo.
Recordó entonces, con la espera cociéndose bajo el ardiente sol, esos tiempos en que aún era un crío. Su padre enseñándole las lecciones básicas de balística y los componentes mecánicos de esos mastodontes de acero y fibras sintéticas. Parecía que todo en la memoria tendía a perder los colores cuánto más antiguo era y esos olores antaño imperceptibles ahora cobraban forma.
Sus cabilaciones se interrumpieron a medias cuándo una puerta más pequeña se entreabrió a un laterañ y de ella brotó un ronquido grave que, dedujo, le invitaba a entrar.
Acabó de abrir la puertezuela despacio y de internó en el hangar.
Un hombre royizo con una camisa de obrero y un casco amarillento le daba la espalda y caminaba errático hacia el resto de trabajadores y Jary supuso que era el que había abierto la puerta.
El edificio había vivido tiempos mejores pero seguía siendo magnífico: alto y de planta única con un entramado de vigas que sostenían una cubierta de aluminio. A un lado de la nave industrial había algunos obreros en varias plataformas atareados reparando un ser de metal de siere metros cómo enjaulado; Era un battlemech, el producto de mil años de guerra, Algunos eran capaces de moverse hasta ciento veinte kilómetros por hora y su armamento podía destruir un edificio reforzado en cuestión de segundos.
Le echó un vistazo rápido y, quizás fuera por el sndamiaje o la poca iluminación, pero le pareció que estaba formado por muchas piezas recicladas. Probablemente sonsacadas de varios otros mastodontes caídos o recuperados en algún acto de rapiña. Evidentemente era una actividad ilegal pero eso le importaba poco.
Finalmente dio con las escaleras que llevaban a un pequeño fleet, también metálico, del que parecían ser unas oficinas.
No tenía ningún interés en saber porqué podrían querer en ese lugar un concentrador de potencia de cañón automático medio, pero resultaba evidente que sería para el titán de acero en reparaciones que yacía en el hangar…
Jary no se había dedicado toda la vida a traficar con piezas clandestinamente, hacía no mucho había estado sirviendo a ricos señores en la asistencia y reparaciones de maquinaria de guerra. Sí, era un Tech. Un tech cualificado y despojado de todo cuanto poseía.
Caer en el mundo de las mafias era un retroceso importante, aunque su diplomatura fuera en una escuela no muy conocida y en la que había entrado por los pelos y casi porqué el director simpatizaba con su padre, pues eran viejos amigos, pero cuando uno huía de su mundo por ser hijo de un hombre injustamente tratado de traidor ya no le quedaba ningún tipo de dignidad ni de lealtad. Las piezas daban dinero y el dinero permitía, al menos, malvivir.
- Vengo a ver a la señorita Velaria – dijo Jary en tono jovial y apartando sus murmullos internos. Se dedicó enteramente al trabajo que tenía que hacer.
Una chica vestida al estilo oriental y con un suave perfume de rosas esbozó una sonrisa y se movió de su asiento para atravesar instantes después una puerta de madera coglomerada. O no tenía mucho qué hacer o bien estaba haciendo algo que no quería que Jary viera.
Al quedarse solo renovó el hilo de sus cabilaciones llegando al día en el qué la milicia entró en casa de sus padres. Él estaba ausente, preparando el armamento de un Panther para unas maniobras.
No quedó nada de su antiguo hogar. Sus progenitores fueron llevados a la horca por orden de alguien importante ese mismo día y cuándo Jary se enteró gracias a la llamada de un amigo, ya era demasiado tarde. No tenía tiempo de indagar en el asunto, de todas formas si lo intentaba acabaría colgado. Lo estarían buscando también a él creyendo que debía saber algo qué no sabía. Sólo le quedaba esfumarse tan rápido como pudiera. Podía haber hecho muchas cosas en vez de irse. Muchas noches pasó en vela sentado en el baño y mirándose al espejo con las lagrimas a punto de saltarle de los ojos y maldiciendo a la diosa fortuna una y mil veces.
- Ah! Señor Mathews – dijo una voz femenina interrumpiendo sus pensamientos. – veo que trae lo que acordamos.
- Siempre a tiempo – contestó alegremente.
- Ya veo, ¿entonces te han informado de lo que has venido a traer? –
- Piezas. A juzgar por el peso y el tintineo, de metal. – sonrió para ocultar la mentira de saber exactamente lo que estaba transportando, de hecho él mismo lo había robado a la unidad mercenaria de los Diablos Serrados. No les haría ninguna gracia la próxima vez qué fueran a disparar ese precioso cañón Norse-Storm M-7D y se quedara sin potencia.
- Venga, sea imaginativo señor Mathews – inquirió Velaria con el tono de de voz de una colegiala y una mirada cargada de sensualidad reforzado poe el hecho de que su vestido de seda azul marino con trenzado de justillo en un tono ambarino daba demasiada rienda suelta a la imaginación.
- Creo que no me pagan por pensar – concluyó borrando todo júbilo de su expresión. Quizás el antiguo Jary sí le habría seguido el juego de miradas pero el nuevo “señor Mathews” era otro tipo de persona.
La mujer resopló como contrariada – Estos carteros de Shanan cada vez són más aburridos. Me gustas Mathews y creo que yo también te gusto, lo he notado la primera vez que me has mirado… -
– Señora, no pretendo ser grosero pero tenemos un acuerdo comercial que zanjar si me permite. Shanan no aceptará que llegue tarde con el dinero, podría pensar que me he escapado con él y eso sería terrible. Si le gusto entero mejor hagamos esto rápido. Yo también tengo en mucha estima todas las partes de mi cuerpo -
- Shanan es un patético mandril de costumbres sádicas – La mujer hizo un ademán con sumo aburrimiento y se apoyó en una estantería. – Mei Xi, dale al señor Mathews su dinero. No entretendremos a ningún cordero quejumbroso.
Jary descargó la mochila en el suelo para que las mujeres examinaran la enorme pieza y a cambio recibió un sobre lleno de billetes con la estampa de la comunidad de la Lira.
- Omitiré su comentario cuándo Shanan me pregunte cómo ha ido la entrega si le parece apropiado – dijo mientras contaba el dinero. Al acabar suspiró y añadió – ¿sólo diez mil? -
- ¿Quedamos en eso verdad? -
- Creo recordar que eran diez-y-siete mil -
- ¿Me tachas de intentar estafarte? – La mirada de la mujer ahora era gélida.
Jary no pudo contenerse - En el mercado negro una pieza cómo esta no bajaría de los veinte-mil, eso contando que la pudiera encontrar en tan buen estado y sin el resto del Norse-Storm M-7D, en definitiva, es una ganga, no haga las cosas difíciles para todos –

- Vaya, parece que el señor Mathews sí sabe lo que se maneja – añadió Velaria con voz burlona - Págale los cinco-mil restantes, Mei Xi.-
- Siete-mil – añadió Jary.
- Seis-mil – regateó la mujer.
Jary asintió, no era bueno crearse enemigos y había ganado mil más de lo que había calculado.
Velaria esbozó una sonrisa - Espero que nos volvamos a ver pronto señor Mathews –
Así concluyó la conversación. La mujer se fue, Jary obtuvo el dinero y volvió a paso apresurado, ésta vez sin mochila, maldiciéndose internamente por haber dado demasiados detalles del equipo que transportaba cuándo había negado saber lo qué era en primera instancia.
Debería aprender a controlarse para futuras ocasiones pero, aun así, había sacado un buen precio.

martes, 7 de febrero de 2012

Piel

Hoy toca un poema, mi primer poema en serio que conservo (si no contamos las canciones).
No estoy especialmente contento con la rima y la estructura pero fue un primer ensayo y, por lo tanto tiene un valor importante para mí.
El poema fue escrito pensando en una chica, sí. Pero desde ese tiempo ha llovido mucho. No entraré más en detalle.

Espero que lo disfrutéis.

Buenas noches.
Piel
Piel.
Ignorado escudo,
Muda protectora de todo ser,
Cárcel para el alma tuya.
Piel.
Espléndido jardín de mil arroyos,
Crónica narrada en cicatrices,
Cálida fuente de bienestar.
Piel.
Depósito de besos consumidos,
fragante pozo de las sensaciones,
caricias a ti quiero dar.
Piel.
Onírico lienzo para dibujos,
que trazaré con los dedos desnudos,
sin importar lo que harán.
Piel
Puente que limita tu señorío,
Si encuentras el calor de otro río,
No dudes dejarle cruzar.
Pues,
Piel, nunca sentirás tan buena dicha,
si tus puertas abres a otra vida,
con cariño y buen amar.
¿Ves?
Que no hay miedo basado en rumores,
que no superen los quedos amores,
los míos, o los que vendrán.

lunes, 6 de febrero de 2012

El precio de una segunda oportunidad


Prólogo/Epílogo: Fin de la libertad.


Los últimos días habían sido anormalmente revueltos con la aparición de dos agentes coloniales. Naturalmente los pueblerinos les habían acogido en sus mejores habitaciones, haciendo gala de hospitalidad.

Esos dos hombres de vestiduras verdes y amarillas confeccionadas con brillante tejido sintético, mucho mas resistente que los harapos auto-confeccionados de la muchedumbre, habían pasado el tiempo evaluando el sitio, tomando datos sobre tasas de natalidad, estado de salud y media de edad para sus informes.
También preguntaban frecuentemente por las necesidades del populacho hasta que, finalmente, se reunieron con el consejo de ancianos pidiendo una asamblea general.
Los ancianos arrufaron la nariz pero estaban obligados a darles audiencia y obedecer.
La ley era la ley y, aunque pocos podían siquiera recordarla, todos y cada uno de los habitantes estaban sujetos al contrato firmado hacía ya muchas décadas por sus padres y/o abuelos.
Esa misma noche, en la penumbra de la espaciosa cabaña similar a una gran yurta y alumbrada sólo por un fuego en tierra en su parte central, una anciana de ojos color oliva alzó la voz por encima del expectante tumulto dirigiéndose a los chiquillos reunidos entorno a las llamas.
-¿Qué veis cuándo miráis al cielo, pequeños? – dijo con su voz cascada por los años.
Los niños se quedaron sorprendidos por el repentino silencio de los mayores ahora expectantes, pero Willy, el más avispado y valiente de los mozos, respondió con presteza: “los bufflys y las sybilas”.
Casi pisándole la respuesta, oyendo que otro rompía el hielo, una niñita se aventuró a añadir: ”la noche”.
- Si, son unos pájaros muy rápidos, Willy.- dijo la anciana cabeceando afirmativamente - Pero busco algo más lejano. Melis se a acercado más a lo que yo busco ¿Qué estoy buscando? – interrogó entonces al resto de niños.
Otro pequeño, un tanto más rollizo y de mente más soñadora añadió: “las estrellas”.
Finalmente ella asintió complacida y les ofreció como premio unos dulces que guardaba en el bolsillo.
Madre Kuborid, era la más anciana del pueblo pese a tener sólo alrededor de setenta años y le pertocaba por derecho presidir el aula plena del asentamiento. No es que fuera la mas vieja en edad, pero sí en consciencia.
- Sí, estrellas. - prosiguió - Y muchos otros como nosotros viven mas allá de estas llanuras y bosques - explicó a los jóvenes - y mas allá de los mares y mas allá de todo lo que conocéis. Los señores ahí de pié son testigos de ello, ¿no es verdad? – Dijo refiriéndose a los agentes coloniales.

Les miró fijamente a través del gentío hasta que uno de ellos tomó la palabra.
- Así es. Desde colonizaciones Diáspora agradecemos la hospitalidad ofrecida por Madre Kuborid y toda la… - se detuvo unos instantes a buscar la palabra exacta – aldea.- concluyó.
Tenía
una voz melosa y tranquila. Si una voz podía irradiar un aura cálida esta era la del hombre alto y esbelto que se había adelantado caminando altivamente.
- Y nosotros estamos agradecidos de vuestra presencia aquí, procurador.- Ladró la anciana - Decidnos, ¿cuál es vuestro cometido? –
- Preferiríamos hablar en privado con cada cabeza de familia, si no es mucha molestia. No querríamos importunarles más de lo necesario y quizás los niños preferirían ahorrarse el aburrimiento de las charlas de mayores –
- No me venga con bobadas. Se muy bien a lo que han venido. Soy lo bastante anciana para acordarme y es algo que nos incumbe a todos. Usted ha convocado el aula plena. El aula plena está reunida. No se quede ahí plantado y diga lo que tenga que decir.–
- Preferiría que solo estuvieran los mayores – replicó.
- No hay motivo para ello. Suéltelo de una vez. – señaló a los niños - A ellos les afecta tanto como a nosotros. No soy la única aquí que se acuerda de qué y quién representáis. Contaba cuarenta-y-cinco años cuando llegué a este planeta y me acuerdo perfectamente de todo. Mi memoria está intacta. Muchas gracias.–
Los hombres parecieron desconcertados por unos instantes, justo lo que la anciana pretendía. Con un calculo rápido deducían que esa vieja debería de tener noventa-y-cinco años y apenas aparentaba setenta. Era matemáticamente imposible que estuviera en tan buen estado de conservación viviendo en las condiciones en que vivían esas gentes y sin sueros de la longevidad.
Aun así se recuperaron rápidamente y retomaron el control de la situación:
- Venimos a hacer efectivo el contrato por el cuál sus abuelos, y quizás algunos de ustedes, firmaron y por el cuál se hace a colonizaciones Diáspora benefactora de sus servicios. Se les pide amablemente la asistencia, en un periodo de un año, a la central de producción para hacerse efectiva su compensación salarial y formación vocacional en un entorno rendible de primer orden. – descansó unos instantes - Se les ofrece agua corriente, electricidad y sitio de residencia totalmente preparado en el circuito productivo de la empresa. No tendrán que ir hasta el río a lavar los platos o la ropa, no tendrán que depender del fuego para cocer los alimentos y calentar sus casas, ni destilar óleos para alumbrarse. Todo gracias a la energía limpia de la electricidad. Además la asistencia sanitaria nunca más será un problema gracias a los avances en medicina que les ofrecemos en ciudad Diáspora. –
Una mujer, de ojos verdes muy vivos, a la que el resto de aldeanos llamaba Did salió de entre las sombras y aplaudió.
- Bonito discurso. ¿Y si no lo hacemos? No quiero dejar mi casa –
Más voces se unieron a ella en protesta. Pero eran muchas menos de las que a la anciana le habría gustado oír.
Los dos hombres habían estado estudiando a esa tal Did. Era la hija primeriza de Madre Kuborid y, pese a superar ligeramente los cincuenta años tenía tanto poder como cualquiera de los ancianos. Si lograban acallarla a ella y a la vieja chocha, el pueblo era suyo.
- Tranquilos, tranquilos – el segundo hombre habló por primera vez - Hemos pensado en todo y podrán llevarse de aquí lo que deseen, además les proporcionaremos las herramientas necesarias para llevar sus enseres. Todo a cargo de la compañía.
Estamos seguros de que no lo echarían en falta, pero somos conscientes de que querrán conservar sus recuerdos y objetos preciados. Por otro lado, piensen en que no tendrán que preocuparse de la escasez de comida en periodos invernales ni del duro esfuerzo de labrar y proteger los campos. Mas si gustan de cuidarlos y ver crecer los frutos de la tierra, tenemos múltiples empleos y zonas de recreo en las granjas hidropónicas, dónde sólo se cultivan verduras y hortalizas de primera calidad. Libres de plagas.
Piensen en sus hijos. – hizo una pausa mediática - Sus hijos tendrán un brillante futuro y escolarización a cargo de verdaderos maestros que les enseñarán ciencias, matemáticas, historia universal, lectura y escritura. -
Esta vez nadie alzó la voz. Sólo algunos niños jugaban en el suelo de la gran yurta ajenos a lo que pasaba a su alrededor, aun demasiado pequeños para concebir realmente lo que se estaba debatiendo.
Los adultos mantenían silencio, especulando con todas esas promesas.
Sólo los pocos viejos de la aldea veían desvanecerse el sueño de la libertad ante sus cansados ojos.
Así fue como tres meses después, todo el pueblo marchaba en caravana hacia lo que la mayoría llamaba “la ciudad que cayó del cielo”.
Sólo quedaban atrás ocho personas a cargo del santuario Neo-sintoista.
Habían sido años bonitos de vivir. Una segunda oportunidad única en el universo… ¿pero a qué precio?
Madre Kuborid contempló a su hija, quién, en cierto modo, también era su vivo retrato y ésta la fue a arropar cuando pasaron por al lado del cementerio de la villa. Allí descansaban la mayoría de los primeros colonos. Allí quedaban enterrados mucho más que sentimientos y emociones. Cuarenta-y-dos años de su vida hacía tiempo que eran pasto de los gusanos.

El precio de una segunda oportunidad
Negro sobre negro y el horizonte salpicado de pequeños puntos crepitantes, como velas de lejanos fulgores, de fuegos ígneos que ardieron hace cientos de años y cuya luz se filtra por un diminuto ojo de buey.
Al otro lado del cristal Kublai observaba con indiferencia el espectáculo del universo.
Aburrido de la monotonía que le ofrecía la minúscula abertura, finalmente, desvió su atención hacia el centenar de personas con quienes compartía estancia.
Al menos cuarenta yacían sentados alrededor de la puerta, ansiosos de salir en cuánto sonaran los indicadores de ración diaria. Se les veía sudorosos e inquietos, parecían no entender que la maquina pensante de la nave reprocesaba comida para todos ellos, la misma cantidad para cada uno y siempre a la misma hora.
Kublai, en todos los años que llevaba viajando allí, había tenido mucho tiempo para reflexionar sobre esa conducta. Había llegado a la conclusión de que lo que contaba para ellos era ser el primero en algo, sentirse importante aunque sólo fuera llegando el primero a la sala del comedor.
En otro grupo estaban los que se refugiaban en la fe. Sentados alrededor de un pastor del Nuevo Sintoismo, pedían a este que explicara historias.
En un principio no era mas que un buen entretenimiento para las largas horas de desesperada y angustiosa tranquilidad pero, poco a poco, en esos interminables dieciséis años de viaje, el pastor se había ganando la simpatía y confianza de no pocos colonos.
La religión es para los ricos o los desesperados” oía decir Kublai a su madre dentro de su cabeza “mientras me quede fuerza en los brazos no estaremos desesperados y no daremos nuestros ahorros a esos papanatas” el recuerdo de esas palabras le hacía sonreír como un bobo.
Al fin y al cabo, la única creencia religiosa de Kublai y de sus padres había sido que el día siguiente llegaría para volver al trabajo y, quizás, sólo quizás, habría la oportunidad de compartir un buen rato jugando a las cartas en familia antes de ir a la cama.
Eso desembocó en mas recuerdos.
Él era hijo de simples trabajadores de Habdalkrïm Microcorps (una de las doce grandes corporaciones) y, como los padres de sus padres, ellos hacían una dura jornada de diez horas en condiciones durísimas.
El contrato era vitalicio e incluía vivienda, comida y agua corriente a cargo de la empresa... a veces incuso electricidad.
Los trabajadores no tenían que pagar por ello y recibían un mísero sueldo que normalmente gastaban en los vicios que la misma empresa ofrecía. Lo único que tenían que hacer era trabajar toda su vida.
Esos eran buenos tiempos, pensó él, sin embargo todo tiene un final. La “crisis del Protectorado” impidió que Microcorps contratara en una buena temporada y los que no trabajaban, a excepción de los niños, debían abandonar la urbe construida alrededor de las plantas de producción. Uno de ellos era Kublai, cuya solicitud de trabajo aún estaba en proceso y por lo tanto quedó denegada.
Recordó ahora el momento en que cruzó la portalada exterior... Allí reinaba la pura anarquía. Vertederos de barracas se apiñaban contra los muros de las ciudades corporacionales. Los que allí vivían se alimentaban de los desperdicios, vestían en harapos y defecaban en las improvisadas calles... y es que la Tierra, marte y algunas lunas de júpiter estaban superpoblados.
La crisis del protectorado consistía precisamente en eso. Los planetas se encontraban al borde del colapso. La humanidad debería encontrar otros sitios donde expandirse o desaparecer. De nuevo, las corporaciones encontraron la respuesta. Crearon inmensas y lentas naves migratorias para llevar a la población fuera de sus mundos natales.
Kublai no dudó un instante en inscribirse en una de esas expediciones para huir de la barbárie de los vertederos.
Después de unos acelerados análisis médicos y evaluada su personalidad, obtuvo una plaza en el denominado “circuito de nueva colonia”, lo que vendría a ser un curso acelerado de cómo se debe vivir en una nave migratoria.
Una semana después de firmar su contrato con “Colonializaciones Diáspora” embarcó en un viaje incierto junto a dos-mil ochocientas siete personas más.
El hombre fue desquitado de su ensimismamiento al observar movimiento en la muchacha que dormía a unos tres metros. Kublai Sabía que se llamaba Didiera pese a que todos la llamaban Did.
Apenas una niñita de seis años al principio del viaje espacial, ésta ya se había hecho toda una mujer de veintidós.
Él hubiera dado algo por retroceder en el tiempo y poder tirarle los trastos a esa chica guapa de ojos oliváceos... pero a sus cuarenta-y-dos no tenía ninguna oportunidad.
Una chica joven en una nave colonia no tenía muchas cosas a hacer y, a juzgar por el tamaño de su barriga, desde hacía unos meses el sexo tampoco se incluía entre ellas.
El hombre había observado como, a medida que avanzaba la gestación, ella se había ido aislando cada vez más del resto de colonos. Probablemente nadie aceptaba ser el padre de la criatura, dedució.
Usar y tirar. Los seres humanos podíamos llegar ser tan crueles...
Sin previo aviso la voz de la nave, “Lila” cómo la habían apodado los colonos, anunció un nuevo salto en el espacio abierto que los llevaría a varias decenas de años luz de su posición actual. Esa compleja acción sólo llevaría de cinco a diez minutos en prepararse.
Las “naves migratorias lentas” no lo eran tanto en la realidad, pero veinte años metido en una parecían realmente demasiados para la mayoría.
En cuanto empezara el salto no debían moverse de su sitio y dejar la mente en blanco. De otro modo podría darse una sobrecarga neuronal, pudiendo desembocar en numerosas patologías físicas y mentales. Desde la parálisis de un dedo del pié a un colapso de los órganos vitales. Desde un simple tic nervioso a perdida total de los recuerdos, pasando por una amplia gradación de neurosis. Obviamente eso no era habitual si se seguían las directivas de seguridad antes esmentadas.
Se lo habían explicado y repetido en tantas ocasiones que lo podía recitar de memoria.
Kublai se relajó a su modo. Se tumbó boca arriba y cerró los ojos a la vez que la mente se convertía en una roca sólida de la que nada escapaba.
Al otro lado del habitáculo escuchó unas voces elevar una corta plegaria a los Kamis.
A su lado Did despertó con un fuerte alarido y la oyó semi-incorporarse bufando. Hubo un segundo alarido seguido del ruido de liquido al vertirse en las desgastadas mantas.
Los motores de salto ya emitan un zumbido grave que subía en frecuencia a cada instante.
-¡Oh, dioses!- gritó ella.
Dos personas se aproximaron y, como pasaba siempre, una de ellas tuvo que hacer la típica pregunta idiota:
- ¿Estas bien querida? – dijo la voz de otra mujer con marcado acento Neo-bretónico.
- ¡Estoy dando a luz en medio de un salto, Idiota! ¡No estoy bien pedazo de...!-
- Soy el medico - cortó la voz serena y cálida de Heims, uno de los pocos sanitarios de los que contaban en la nave – Deberías echarte y descansar hasta que pase el salto o te arriesgas a un colapso, Did. Mantén la calma, yo estaré a tu lado. Todo saldrá bien si te relajas unos instantes. –
Oyó a la chica volver a echarse en el suelo profiriendo un corto grito de dolor. Esta vez Kublai perdió la concentración y tuvo que observar. El sonido de los motores y su instinto primario le apremiaba a dejar que todo eso no le afectara pero, sin embargo, lo hizo. La miró.
Ella respiraba entrecortadamente y sudaba mientras aguantaba un una maldición cada vez que un espasmo recurría su abdomen. Entonces sus miradas se cruzaron y un sentimiento de culpa recorrió al hombre de arriba a abajo.
Impulsivamente tomó una de las manos de la chica. Los ojos de ella eran un mar de lagrimas y su cara estaba roja. Aun así logró destensar por un momento la mandíbula para dirigirle una sonrisa agradecida y un silencioso “gracias” justo antes de que un nuevo espasmo hiciera que le apretara la mano con tanta fuerza que las uñas de la joven le laceraron la piel.
El motor llegaba al cenit de sus revoluciones. Quedaban apenas unos segundos para que el salto se hiciera efectivo. Kublai no pudo liberar la mano, a decir verdad sus pensamientos se debatían entre el posible shock que sufriría él y cómo de mal lo estaría pasando la muchacha.
Un momento después la nave se desintegró.
El espacio se deformó.
El sonido quedó atrás pero a la vez fue ensordecedor, torrentes de energía pura fluían a través de sus cuerpos y la vista se perdía en un cristalino y cegador haz de luz blanca mientras el corazón parecía detenerse en cada latido.
Estaban allí pero, sin embargo, viajaban tan rápido se podía considerar que no existían en el espacio-tiempo.
Did siguió sintiendo el dolor, ésta vez mucho mas intensamente durante parte del salto, un dolor que se extendía por todo su cuerpo y al que finalmente sustituyó la asfixia.
A su vez Kublai empezó a notar una sensación incandescente en los cortes de su mano. Esa sensación, entre dolorosa y placentera, acaparó toda su atención y de repente le invadió un inmenso dolor abdominal que le azotaba espasmódicamente.
Apenas unos instantes después Lila comunicó con voz monótona que el salto se había realizado con éxito. Estaban en el sistema Algiedi Prima y habían encontrado un planeta susceptible de albergar vida. En tres años la nave llegaría a su órbita.
Sin embargo, mientras la inteligencia artificial pronunciaba estas palabras, en el habitáculo la atención se centraba en el parto. Alrededor del cuerpo de la chica, que gritaba desesperadamente con los ojos fuera de órbita y victima de un supuesto posible de ansiedad, empezaban a congregarse curiosos los colonos.
El Médico tuvo que pedir ayuda a dos hombres fuertes para sujetar a la muchacha y sedarla. Cinco minutos después salió la criatura. El parto fue rápido y sin mas complicaciones.
Poco pudo hacer Heims en ese momento por atender al hombre que yacía al lado de la muchacha. Este respiraba pesadamente y se movía de forma torpe al tiempo que la saliva corría por las comisuras de su boca, manchando su descuidada barba.
Las autoridades coloniales se llevaron el cuerpo de Kublai en una camilla, incapaces de comprender qué le había ocurrido.
A priori su cerebro presentaba una actividad frenética y reaccionaba a los estímulos normalmente. Sin embargo no dejaba de llorar, pronunciaba cosas incomprensibles y se chupaba el dedo pulgar como si fuera un bebé.
La niña, de ojos verdes muy vivos y mirada penetrante, observaba a su alrededor cómo si comprendiera todo lo que estaba pasando a la perfección mientras su madre dormía profundamente por los efectos de la droga.

Bienvenido

Bienvenido sea, extrangero, a la Fábrica de Ficción.
Mi nombre es Carles, algunos provinentes de la Fabrica de Letras o de Fje me conocerán por mi apodo, Hoth, o por otros.

¿Que porqué abrir un blog de Relatos y poemas? Pues, creo que es una de las pocas cosas que no se me dan mal del todo y , además, "el suave roce del colchón de sueños y hebras trenzadas al viento" que representa la escritura me relaja y da un punto de fuga a la locura y el estrés, que todos llevamos dentro.
Yo he elegido soñar en inventos imposibles y mundos mágicos, vivir una y mil vidas desde los ojos de héroes y antihéroes, decidir sobre el destino de mis propias ilusiones, ser el ser maligno o el plateado paladín que decide el transcurso de una batalla, el viento y el mar, el sol del desierto, un poso de té en la merienda o una solitaria brizna de hierba en el claro de un bosque.

Péro ya basta de divagaciones; Tabién es verdad es que abro éste blog para tener centralizado mi material bibliográfico, para tenerlo controlado y "a mano" por si necesito emplearlo o mostrarlo en algún momento... Y ¿para qué negarlo? también para satisfacer el ego que me impulsa a mostrar a otros lo que sale de mi cabeza y, quién sabe, si algún día con ese soporte, tener la valentía de publicar algún ensayo.

¿Qué decir sobre mí? Soy otro más de la prolífica quinta del 85 y me gusta escribir ficción y fantasía.
La mayoría de mis relatos, a falta de nuevo material venidero, han sido publicados con anterioridad en "La fábrica de letras" y en el "Foro de jóvenes escritores". (links abajo)
No me he presentado a concursos serios ni nada por el estilo, básicamente porque nunca he conseguido tener nada lo bastante grande cómo para ser presentado dignamente.

Con todo esto pretendo darme un pequeño empujón a mi mismo, a ver si aprovecho más las horas en escribir y dejo de jugar como un poseso a los videojuegos hasta las tantas.

Os dejo a continuación con una de mis primeras creaciones en lo relativo a relato. En un principio quería presentarlo a concurso para unos pequeños juegos florales organizados por el club crític de Barcelona. Al final no pude acabarlo y vió la luz medio año después en el Fje. El texto no tuve mucha acogida entre el jurado y acabó en una modesta quinta posición de doce participantes.
Espero que os agrade.

PD: Perdonad el desorden.